lunes, 7 de mayo de 2012

Cuenta atrás





La música que empieza a fluir desde los altavoces hace que mi cuerpo se estremezca.
Cada poro de mi cuerpo empieza a vibrar, y la piel comienza a fundirse con cada tono.
Uno.
El brazo sube lentamente, se sitúa sobre mi cabeza y, delicadamente, vuelve por el mismo camino hasta abrazarme el vientre.
Dos.
Mi cuerpo comienza a balancearse lentamente sobre sí mismo, lentamente, una, y otra, y otra, con el ritmo de la música.
Tres.
Es ahora el pie el que no puede resistir la tentación, y se arrastra lentamente hacia delante, hasta formar la punta de un ariete.
Cuatro.
Dejo caer, sin apenas quererlo, el peso de mi cuerpo sobre este pie independiente, el cual, al sentir el peso, empieza a subir hasta hacerme quedar de puntillas mientras la otra pierna queda suspendida en el aire.
Cinco.
Durante un momento siento que vuelo, pero es sólo un instante. Poco a poco, comienzo a descender, y mis brazos se balancean hacia adelante, mientras mi cabeza se inclina.
Seis.
Cierro los ojos. Inspiro. Suelto el aire.
Siete.
Sin pensar. Mi cuerpo comienza a girar sobre mi pierna derecha y da dos vueltas. Ya ni siquiera oigo la música. Soy parte de ella.
Ocho.
Y como parte suya, sé que esta comienza a morir. Poco a poco. Despacio. Sin prisas. Como siempre lo ha hecho. Y yo muero con ella.
Nueve.
Ha llegado a su punto culminante. Después de un arranque de éxtasis en la que da todo de sí, la música se apaga y yo voy descendiendo. Hasta llegar al final. Hasta llegar al silencio. Hasta llegar a la muerte.

No hay comentarios: